Sabemos que la ingesta de proteínas es esencial para el ser humano, pues las mismas son las encargadas de formar y reparar tejidos (músculos, tendones, tejido conjuntivo, etc.) y adicionalmente participan y facilitan muchas funciones del organismo, el transporte de oxígeno, sostén del sistema inmunológico, aporte alternativo de energía, entre otras.
El déficit de proteínas puede ocasionar anemia, edemas, debilidad del sistema inmunológico, pérdida de masa muscular, problemas cardiovasculares, retraso en el crecimiento.
¿Cuánta proteína debemos ingerir diariamente? Las opiniones son variadas y no hay consenso entre los especialistas, pero generalmente se estima que suele ser suficiente entre 0,8 y 1, 2gr de proteína por kilo de peso al día.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) afirma en sus estudios que el mundo desarrollado consume más del doble de los requerimientos diarios necesarios en proteínas. Mientras, el Tercer Mundo sufre una carencia alarmante de proteínas.
Los vegetarianos no deben preocuparse por las consecuencias del déficit de proteínas si siguen una dieta equilibrada.
Las principales fuentes de proteínas vegetales son:
Legumbres (lentejas, garbanzos, frijoles, etc.)
Frutos secos (almendras, nueces, merey, pistacho, etc.)
Semillas
Quinoa
La soya y sus derivados
Cereales integrales
El seitán o gluten
Algas marinas
Levadura de cerveza
Por otro lado, todas las verduras y hortalizas tienen, en mayor o menor grado, un porcentaje de proteínas de excelente calidad.
Las proteínas vegetales presentan numerosas ventajas frente a las proteínas de origen animal, entre las que podríamos mencionar:
No contienen grasas saturadas ni colesterol.
Contienen fibra.
Son más fáciles de digerir y se eliminan mejor.
En su digestión, no hay putrefacción como ocurre con la carne, sino fermentación.
Son menos acidificantes.
Nos aportan vitaminas, minerales e hidratos de carbono de asimilación lenta.
Son más beneficiosas para nuestro Planeta.
Las proteínas vegetales, a diferencia de las de origen animal, son de bajo nivel biológico, esto significa que no contienen todos los aminoácidos esenciales. Las legumbres y los frutos secos carecen de metionina y los cereales y las semillas lo son en lisina. No obstante, como el aminoácido esencial deficiente suele ser distinto en los distintos vegetales, si estos alimentos se combinan con criterio, o si se consumen en cantidad suficiente y de forma variada, distribuidas en las comidas, el organismo se nutre con todos los aminoácidos esenciales que necesita para fabricar proteínas humanas.
Entre algunas de las patologías asociadas al exceso en el consumo de proteína animal tenemos:
Enfermedad Renal: Una dieta alta en proteína animal sobrecarga el trabajo de los riñones, que deben expulsar el nitrógeno extra a través de la orina.
Cáncer: Aunque la grasa es la sustancia dietética más a menudo considerada responsable de aumentar el riesgo del cáncer, la proteína también juega su papel. Las poblaciones que comen carne con regularidad poseen un riesgo superior de cáncer de colon, y los investigadores creen que influyen tanto la grasa, como la proteína, los agentes cancerígenos naturales y la ausencia de fibra de la carne.
Osteoporosis y Cálculos Renales: Las dietas ricas en proteína, especialmente proteína animal, provocan una excreción de calcio a través de la orina superior a lo normal y aumentan el riesgo de osteoporosis. Un exceso de proteínas puede ocasionar un exceso de fósforo lo cual disminuye la absorción del calcio. Podría ser una explicación a por qué hoy en día, pesar de tomar más leche y alimentos enriquecidos con calcio, la gente continúa sufriendo de problemas de descalcificación.
Enfermedades cardiovasculares: Las proteínas animales, suelen ir acompañadas de grasas saturadas las cuales, en exceso, aumentan el colesterol.
Obesidad: El aporte de grasa y calorías de la proteína animal favorece la obesidad.
Cansancio y cefaleas: El exceso de proteína animal sobrecarga el organismo, especialmente el hígado y los riñones, que deben eliminar las sustancias de desecho como son el amoníaco, la urea o el ácido úrico. El exceso de amoníaco puede provocar cansancio, cefaleas y náuseas.
El exceso de proteína animal, si además no va acompañado del consumo abundante de frutas y verduras, produce en nuestro organismo un Ph demasiado ácido y ello favorece la desmineralización, ya que el cuerpo intenta compensar aportando reservas alcalinas o básicas (calcio, magnesio, potasio).
Sabemos que los médicos, ante enfermedades cardiovasculares, renales y cáncer, aconsejan la disminución en el consumo de carnes, leche y quesos, y el aumento de frutas, hortalizas y oleaginosas en la dieta. Entonces, saca tus conclusiones. Haz la prueba. Te recomiendo comenzar haciendo cambios graduales, no ingiriendo proteína animal una vez a la semana o disminuyendo las porciones poco a poco. No tienes que hacer grandes sacrificios.
¡Experimenta y te sentirás mejor!
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