Los profetas de Jerusalén hacian cosas horribles y sorprendentes. Los sacerdotes iban de la mano con ellos, apoyándolos. Tanto así que la nación o el pueblo estaba corrompido. Estos profetas y sacerdotes de aquellos tiempos eran las personas equivocadas. Incluso practicaban el adulterio con las mujeres, y también en la adoración. Dios comparó los profetas y los sacerdotes con Sodoma y Gomorra. Ellos estaban en el nivel más bajo de la degeneración humana, a pesar de que eran del pueblo de Dios. Proclamaron la mentira en el nombre de Dios (. Jer 23:25), hasta el punto que ellos mismos creían estas mentiras. Ellos predicaron su propia palabra.
“me dijo entonces Jehová: Todo lo que estos profetas van en la divulgación de Mi nombre es una mentira! Yo no los envié ni las he mandado a hablar en mi nombre, incluso hablado con ellos. Ellos os profetizan visiones falsas, adivinaciones, doctrinas inútiles y el engaño de sus propias mentes y corazones. “(Jer 14:14).
“Un pecado aún más brutal y repugnante que sucede en esta tierra: Los profetas predican mentiras, los sacerdotes gobiernan de acuerdo a sus propios criterios y deseos, y más, las personas estaban contentos con todo esto! Sin embargo, ¿qué vas a hacer cuando toda esta situación llegue a su fin? “(Jer. 5:30, 31).
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