Ya estás un poco cansado?.
La llamada telefónica se alargó y la persona que está al otro lado parece que tiene carrete para continuarla durante varias horas.
La llamada telefónica se alargó y la persona que está al otro lado parece que tiene carrete para continuarla durante varias horas.
Quieres terminar la conversación, pero no lo haces por tal de no ofender a tu interlocutor. ¿Te has visto en situaciones así?
Hay sesiones telefónicas que son unos casos.
Bueno, el que lleva una hora haciéndote partícipe de lo peor que le ha pasado en la década o de los últimos chismes que corren por ahí, quizás no las padezca tanto.
Él/ella está a gusto, hablando de lo suyo o de lo ajeno. Quien termina hecho polvo eres tú, que estás deseando que acabe de hablar. Pero, no. No acaba. En ese marco nos situamos.
¿Cómo pones un alto de buena manera? Barajemos algunas ideas.
1. Hazle saber que le puedes dedicar un tiempo limitado a la llamada.
Ésta es una medida preventiva. Suena el teléfono y observas que te llama esa personita tan habladora. Que no cunda el pánico. La conversación terminará pronto, si le pones un límite temporal:
- Me pillas saliendo de casa.
- A las seis tengo cita con el dentista.
- Tengo cinco minutos antes de ponerme con la cena.
- (Lo que sea.)
Le avisas del tiempo que vas a estar al teléfono. Transcurrido ese tiempo: “¡Ay! Ya me voy. Que sigas bien. Hasta luego.”
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2. Interrumpe, si la conversación se alarga de más.
Si no has hecho lo anterior, igual puedes cortar la sesión. Lo puedes hacer sin sonar aburrido, enfadado o impaciente. En un tono agradable, le dices: “Disculpa. Me tengo que ir. Hablamos después.” (O algo así.)
Si te aprecia, no se va a ofender. Entenderá que vas a atender otros asuntos. Y, si no lo entiende y se ofende, piensa que siguiendo en la conversación no le haces un favor ni a él/ella ni a ti.
Él/ella no se dará cuenta de que su parlamento sin fin es molesto y, así, es difícil que se salga del hábito. Y tú tampoco estás respetando tu valioso tiempo.
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3. Sé honesto. Dile la verdad.
Si te cansan este tipo de conversaciones, puedes decírselo a esta persona sin atacarle. No hace falta que le sueltes lo pesado que es. Con que hables de tus sentimientos, basta.
Por ejemplo: “Cuando hablamos de estos temas, me siento fatal. Preferiría hablar de otras cosas.” (Y sugieres otro tema de conversación menos espeso, en caso de que te apetezca seguir al teléfono.)
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O… “Siento no poder ayudarte. Ahora mismo, tengo bastante lío en la cabeza. Hablemos otro día. ¿Qué te parece?”
En definitiva, pon límites cuando lo veas oportuno. A ti es a quien le corresponde hacerlo.
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