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La comunicación es fundamental para solucionar todo tipo de conflictos. Es importante hacer frente a los problemas para tratar de solucionarlos ya que, de lo contrario, pueden ir a peor.
A veces las relaciones de pareja entran en una dinámica negativa de incomprensión, discusiones o conflictos continuos que no se logran resolver de la manera adecuada.
En estos momentos, el vaticinio de la relación no es muy halagüeño y, en cierto modo, la espiral negativa en la que estamos inmersos puede hacernos pensar que la unión está sentenciada al fracaso.
Lo cierto es que, si no se logra un punto de encuentro, puede que el desenlace más saludable sea la separación pero, si se trata de falta de empatía y de comunicación, todo puede solucionarse, con esfuerzo, ganas y ayuda.
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Los cambios que se necesitan
Sin aferrarnos a imposibles, podemos ir introduciendo pequeños cambios que favorezcan un ajuste mayor entre los intereses, sentimientos y emociones de los dos miembros de la pareja.
El fin es, simplemente, que vuelvan a predominar los momentos positivos, pues a través de ellos será más fácil experimentar y comprender las necesidades del prójimo.
En primer lugar se debe tener en cuenta que el objetivo no es no discutir, sino resolver la situación de confrontación considerando los planteamientos y las emociones de nuestra pareja.
Por ejemplo, debemos saber que cuando el esquema que rige la discusión es violento, probablemente no se logre resolver de manera satisfactoria. Es más, el problema se enquistará y agravará, haciendo que incluso la resolución sea negativa.
Sabiendo esto, si comenzamos una riña en tono sarcástico o crítico, debemos ponernos freno. Aunque la entonación sea baja y tranquila las palabras pueden estar cargadas de negatividad y desafío (por ejemplo: “Las tareas de casa para ti no existen…”).
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Los cuatro jinetes del Apocalipsis en las relaciones
Según el psicólogo John Gottman, el 90% de los conflictos que comienzan con cierta carga de negatividad acaban mal. Gottman, que ha dedicado gran parte de su carrera a investigar esto, ha encontrado un patrón de escalada que nos impide la comprensión en la pareja.
A estos escalones los ha llamado los cuatro jinetes del Apocalipsis. Veamos a continuación cómo podemos identificarlos.
Primer jinete: La crítica
La convivencia hace inevitable la presencia de las quejas. Sin embargo, entre las quejas y las críticas hay grandes diferencias que pueden dificultar una relación saludable en la pareja.
Una queja hace referencia a una situación o acción concreta (“Ayer te tocaba sacar la basura y no lo hiciste”), pero la crítica es global y suele ir acompañada de atribuciones negativas a la personalidad de la persona (“Estoy enfadada porque no sacaste la basura. Siempre acabo haciéndolo yo cuando te toca a ti, ¡te da igual todo!”).
Seguramente nos hayamos percatado ya de lo comunes que son las críticas en las riñas; sin embargo, si las reconocemos, podemos lograr contenernos. Basta con evitar culpar y realizar atribuciones negativas sobre el otro.
Pongamos unos ejemplos:
- Ejemplo 1: Crítica: ¿Por qué eres siempre tan egoísta? Podrías haberme dicho que estabas muy cansado para hacer el amor y no dejarme llegar hasta aquí.
Queja: Deberías haberme dicho antes que estabas cansado para hacer el amor.
- Ejemplo 2: Crítica: Siempre van todos por delante de mí y soy tu segundo plato. Esta noche íbamos a cenar solos.
Queja: Tenías que haberme consultado antes de invitar a tus amigos a cenar. Esta noche era para nosotros.
Segundo jinete: El desprecio
El sarcasmo, los insultos, poner los ojos en blanco, el tono burlón o el humor hostil envenenan toda discusión y acrecientan la posibilidad de guardar más negatividad hacia la pareja.
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De hecho, cada conflicto sin resolver tiene un efecto acumulativo, por lo que las discusiones posteriores se cargan de hostilidad hasta el punto de que, a veces, el único propósito es menospreciar al otro y situarlo en una posición de inferioridad.
Tercer jinete: La actitud defensiva
Ante los desprecios, lo normal es que la otra persona se defienda. Se suele atacar-defender-contraatacar; esta escalada se da hasta que uno de los dos se retira.
Cuarto jinete: La actitud evasiva o el encierro
La comunicación es inexistente, porque todo lo que el otro diga da igual. Hay indiferencia y pasotismo. Este es el jinete más peligroso puesto que el evasivo da a entender que no le importa lo que la otra persona diga, haga o sienta.
La falta de entendimiento va más allá y se comienzan a cuestionar los sentimientos.
- Ejemplo: Si Juan se encuentra con un bombardeo de críticas cuando llega a casa y se esconde tras el periódico, Jimena gritará cada vez más. Ante esta situación Juan se va del cuarto.
Tal y como afirma Gottman, esta conducta de evasión es más frecuente en los hombres por razones evolutivas, ya que su activación fisiológica es mayor puesto que la necesitaban para cazar.
De este mismo modo, se supone que las mujeres necesitaban una activación menor, pues el amamantamiento requiere de un estado de relajación.
En cualquier caso el cuarto jinete es el más tardío y no suele darse en parejas recientes, sino en aquellas que llevan juntas un tiempo y que han sucumbido a la espiral de negatividad.
La presencia de estos cuatro jinetes predice en un 82% el fracaso de una relación para el psicólogo John M. Gottman pero, sin embargo, si a esto le añadimos el fracaso de los intentos de desagravio, el porcentaje de éxito en la predicción del fracaso de la relación es del 90%.
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Claves para aumentar la empatía y la comprensión
Las señales de reconocimiento y escucha
Ofrecer señales de reconocimiento y escucha tales como contacto visual, asentimiento, decir de vez en cuando “sí” o “ya”. Cuando una persona toma una actitud evasiva (no da señales de reconocimiento, tiende a apartar o bajar la mirada sin decir nada) la otra persona percibe que habla con una pared y que no le importa lo que genera el conflicto.
Gottman señala que las parejas emocionalmente inteligentes hacen uso de ciertas estrategias para parar la escalada de los jinetes en una discusión o conflicto, lo cual facilita la comprensión y la comunicación adecuada.Los intentos de desagravio
Estos intentos de desagravio pueden ser: sacar la lengua, tocarse la nariz, echarse a reír, pedirse perdón. Incluso pronunciar frases como “te estás saliendo del tema” o “deja de gritarme” en tono irritado pueden contribuir a descargar tensión.
Aumentar el número de intercambios positivos
En este sentido, hay que añadir la importancia que tiene el hecho de que el número de intercambios positivos o manifestaciones de afecto sea mayor al número de intercambios negativos o discusiones.
Esto podemos conseguirlo pactando dedicar días al amor, al cuidado y a la protección, a sorprender a nuestra pareja y conservar detalles genuinos cada día.
Es importante no sucumbir al estrés y a la rutina diaria en nuestra relación de pareja. Por eso, cuando estemos enfadados, molestos, agobiados o absortos con nuestros asuntos nunca debemos olvidar mantener costumbres que ofrezcan validación a nuestro compañero.
En definitiva, se trata de transmitir que, por muchos malos momentos que haya, seguimos estando juntos y en disposición de ayudarnos.
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