Sábado 19 de septiembre 2015 | Devoción Matutina para Mujeres 2015 | Bajo sus alas ¡seguro descanso!
Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro. Salmo 91:4
Cuando terminó el culto, me puse de acuerdo con Ana y con Raquel para ir a visitar en la tarde al hermano de una hermana en la fe, que había llegado recientemente y estaba enfermo. Al llegar a su casa, ella nos dijo que su hermano no deseaba que lo visitara nadie de su iglesia. Sin darnos cuenta, Raquel ya había entrado y se encontraba en el cuarto del enfermo. Ella nos gritó desde el fondo del pasillo: “¿Oigan, ustedes qué hacen paradas en la puerta? ¡Entren!”, como si ella viviera allí.
Entramos en el cuarto, saludamos a Ramón, y oramos. Ana leyó la Biblia, yo leí un artículo de la revista El Centinela, cantamos y oramos nuevamente. Luego Raquel le preguntó si deseaba que lo visitáramos el siguiente sábado. Él contestó: “Pues si ustedes tienen tiempo, vengan”. Ocho días después, Ramón nos esperaba con una bolsa de mandarinas: “Aquí les tengo esto”, nos dijo. Pronto entregaron los resultados de los exámenes previos a la cirugía para la que había venido. Ramón no podía ser operado; tenía un cáncer avanzado en sus pulmones, le quedaban pocos días de vida. Él estaba triste. Oramos por él desde nuestras casas, y después lo visitamos en la clínica. Le ofrecimos la posibilidad de que fuera ungido por el pastor de nuestra iglesia, y dijo que lo pensaría.
Ana le cantó el himno “Bajo sus alas”; y cuando lo visitábamos pedía que lo entonáramos. Una vecina trajo a su pastor, para ungirlo. Al verlo, Ramón lo miró de pies a cabeza y se negó a hacerlo. El sábado siguiente su hermana nos dijo que él deseaba ser ungido por el pastor de nuestra iglesia, “porque ellos siempre vestían con corbata y eran muy elegantes”.
Una semana después, Ramón regresó a su ciudad, a reunirse con su familia. Su hermana lo acompañó. Todos los días leían la meditación matinal, y terminaban con su himno preferido “Bajo sus alas”. Una mañana le dijo a su hermana: “Cántame otra vez ese hermoso himno”. Cuando terminó, ya su hermano había descansado bajo las alas de Jesús, con la bendita esperanza de la resurrección.
Gracias, Señor, por la oportunidad de compartir tu mensaje.— Marilin Vargas Delgado.
Entramos en el cuarto, saludamos a Ramón, y oramos. Ana leyó la Biblia, yo leí un artículo de la revista El Centinela, cantamos y oramos nuevamente. Luego Raquel le preguntó si deseaba que lo visitáramos el siguiente sábado. Él contestó: “Pues si ustedes tienen tiempo, vengan”. Ocho días después, Ramón nos esperaba con una bolsa de mandarinas: “Aquí les tengo esto”, nos dijo. Pronto entregaron los resultados de los exámenes previos a la cirugía para la que había venido. Ramón no podía ser operado; tenía un cáncer avanzado en sus pulmones, le quedaban pocos días de vida. Él estaba triste. Oramos por él desde nuestras casas, y después lo visitamos en la clínica. Le ofrecimos la posibilidad de que fuera ungido por el pastor de nuestra iglesia, y dijo que lo pensaría.
Ana le cantó el himno “Bajo sus alas”; y cuando lo visitábamos pedía que lo entonáramos. Una vecina trajo a su pastor, para ungirlo. Al verlo, Ramón lo miró de pies a cabeza y se negó a hacerlo. El sábado siguiente su hermana nos dijo que él deseaba ser ungido por el pastor de nuestra iglesia, “porque ellos siempre vestían con corbata y eran muy elegantes”.
Una semana después, Ramón regresó a su ciudad, a reunirse con su familia. Su hermana lo acompañó. Todos los días leían la meditación matinal, y terminaban con su himno preferido “Bajo sus alas”. Una mañana le dijo a su hermana: “Cántame otra vez ese hermoso himno”. Cuando terminó, ya su hermano había descansado bajo las alas de Jesús, con la bendita esperanza de la resurrección.
Gracias, Señor, por la oportunidad de compartir tu mensaje.— Marilin Vargas Delgado.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015
Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
Lecturas Devocionales para Damas 2015
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