El hombre fue creado recto, o la expresión más correcta, perfecto, en completa armonía con el Creador, pues traía en sí la imagen y la semejanza de su Creador; el pecado separó al hombre de Dios, su fuente de equilibrio emocional y felicidad, corrompió su delicado sistema mental y emocional y este, en inquietantes frustraciones fue y continúa yendo en busca de maquinaciones interminables.
Con la mente emocionalmente desequilibrada, por separarse de la Fuente de equilibrio, perdió la capacidad de discernir el valor moral de sus actos. Perdió el sentido de lo correcto y lo errado.
El profeta Isaías plasma esta situación con estas candentes palabras de advertencia: “ ¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! ¡Ay de los que se consideran sabios, de los que se creen inteligentes!“. – Isaías 5:20-21 – NVI.
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