Dios habla de su pueblo como siendo un reino de sacerdotes, lo que equivale a decir que cada israelita era concitado a la consagración total a los propósitos redentores de Dios, participando del reino de la gracia. Ser sacerdote significaba ser un heraldo, uno que proclama el plan de salvación establecido por Él, llamando a otros pecadores, para que lleguen a elegirlo como el Señor de sus vidas y unirse al pueblo del reino de la gracia. La presencia de Dios, tipificada en los servicios del santuario debía constituirse en la fuerza motivadora para el cumplimiento de esta misión.
¿Cuál sería la demostración más convincente para el mundo de que los israelitas eran los instrumentos escogidos para proclamar el amor, la justicia, el perdón y la reconciliación, como la propuesta divina para pecadores en crisis y sin esperanza?. “ Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico”. – Éxodo 31:13 – RV.
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