BOSQUEJO DE LA LECCIÓN 3: LOS ÚLTIMOS CINCO REYES DE ISRAEL – 4º TRIM/2015 – IASD/DSA



Durante gran parte de la historia del Antiguo Testamento Laquis fue la segunda ciudad más importante de Judá, después de Jerusalén. Estaba rodeada por viñas y se levantaba en uno de los valles que daban acceso a Jerusalén para quien venía desde el sur de Judá y de Egipto. La arqueología proporcionó una vislumbre rara de los últimos días del reino de Judá, de la época en que Nabucodonosor marchó hacia Jerusalén a fin de destruirla. En 1935, John Starkey escavó la camada correspondiente a la destrucción causada por los ejércitos de Nabucodonosor en Jerusalén, y entre los escombros que cubrían el piso de una sala de la guardia, situada en un portón grande que daba acceso a la ciudad, encontraron varios trozos de cerámica con inscripciones (óstracos), que se tornaron conocidos como las Cartas de Laquis. Estos describen dramáticamente los momentos finales del reino del sur, en la época en que Nabucodonosor estaba destruyendo sistemáticamente todas las ciudades importantes, y solo quedaba Jerusalén. En la Carta IV leemos: “Que [mi señor] sepa que continuamos esperando las señales de fuego de Laquis”. La carta posiblemente fue enviada de Jerusalén por un vigía que estaba buscando desesperadamente alguna señal de vida proveniente de Laquis, posiblemente alguna señal de fuego transmitida de noche. Es probable que haya tenido respuesta a la carta, porque la encontraron entre camadas de cenizas que estaban sobre vasijas de almacenamiento y de puntas de flechas babilónicas. Dios estaba ejecutando juicio sobre Judá y Jerusalén, y su templo pronto sería destruido. ¿Cómo entender el hecho de que un Dios de amor envíe a los babilonios a juzgar a su pueblo?
Foco: Saber que hay un nítido contraste entre el último rey bueno, Josías, y los cuatro últimos reyes de Judá, que fueron malos. Maniobras políticas, idolatría e injusticia social provocaron la destrucción de Jerusalén, en el año 587/6 a.C. Pero Dios prometió conservar un remanente, lo que constituye un mensaje de esperanza para nosotros hoy, en el fin de los tiempos.
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