Cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2015
“Las reformas de Josías”
Para el 21 de noviembre de 2015
Sábado 14 de noviembre
Lee Para el Estudio de esta Semana: 2 Crónicas 33; Habacuc 1:2-4; 2 Reyes 22; Filipenses 2:3-8; 2 Reyes 23:1-28; 1 Corintios 5:7.
Para Memorizar: “No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual” (2 Rey. 23:25).
Los padres saben cuán difícil es ver cómo sus hijos, especialmente cuando son mayores y están fuera del control de ellos, hacen elecciones equivocadas que los herirán. Por supuesto, este dolor de corazón es no solo de padres a hijos: ¿Quién no ha visto amigos o familiares tomar decisiones que serían perjudiciales para ellos? Este es un aspecto desafortunado de lo que significa tener libre albedrío. Esta libertad moral de elección no significa nada si no tenemos la libertad de hacer elecciones equivocadas. Un ser “libre” que puede escoger solo lo correcto no es realmente libre, o siquiera verdaderamente moral.
Gran parte de la Escritura es la historia de Dios advirtiendo a su pueblo acerca de no tomar decisiones equivocadas. También de esto trata la mayor parte del libro de Jeremías: los ruegos de Dios a su nación elegida, respetando su libre albedrío.
La mayor parte de las historias no son buenas, pero esta semana veremos a uno de los pocos reyes que eligió hacer lo que era “recto ante los ojos de Jehová”.
Domingo 15 de noviembre:
Los reinados de Manasés y Amón
Por más que nos guste hablar de la objetividad, de ver las cosas como realmente son, como seres humanos somos desesperadamente subjetivos. Vemos el mundo no tanto como realmente es, sino como somos nosotros. Y porque somos seres caídos y corrompidos, esta corrupción impactará nuestras percepciones e interpretaciones del mundo que nos rodea. Por ejemplo, ¿de qué otro modo podemos explicar a alguien como el rey Manasés de Judá (aproximadamente 686-643 a.C.) en esos primeros años de su terrible apostasía? Difícilmente podemos imaginarnos de qué manera justificaba en su mente las horribles abominaciones que permitió que florecieran en Judá.
Lee 2 Crónicas 33. ¿Qué nos dice esta historia acerca de cuán corrupto fue el rey Manasés? Más importante, ¿qué nos dice acerca de la disposición de Dios de perdonar?
Sin ninguna duda, ser arrastrado a Babilonia con ganchos y cadenas de bronce ciertamente lograría hacer que un hombre repensara su vida. Manasés se arrepintió realmente de sus caminos y, cuando fue restaurado al trono, procuró reparar el daño que había hecho; pero el daño era mayor del que pudo imaginar.
“Pero este arrepentimiento, por notable que fuese, fue demasiado tardío para salvar al reino de las influencias corruptoras de los años en que se había practicado la idolatría. Muchos habían tropezado y caído, para no volver a levantarse” (PR 282). Y aún más triste aún fue que, entre los que fueron impactados por la apostasía de Manasés, estuvo su hijo Amón, quien ocupó el trono después de la muerte de su padre e “hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manasés su padre; porque ofreció sacrificios y sirvió a todos los ídolos que su padre Manasés había hecho” (2 Crón. 33:22). Peor todavía, a diferencia de su padre, Amón nunca se arrepintió de sus caminos.
¿Quién no conoce personalmente las terribles consecuencias que pueden provenir aun de los pecados que fueron perdonados? ¿Qué promesas puedes reclamar para tener la victoria sobre el pecado? ¿Por qué no las reclamas ahora, antes de que el pecado produzca sus tristes consecuencias?
Lunes 16 de noviembre:
Un nuevo rey
Un predicador dijo una vez: “Sean cuidadosos en lo que piden en oración. Puede ser que lo reciban”. Israel había pedido y anhelado un rey como tenían las naciones a su alrededor. Recibieron lo que habían pedido, y mucha de la historia de Israel después de la era de los jueces es un relato del modo en que esos reyes se corrompieron en el trono y, como resultado, corrompieron también a la nación.
No obstante, siempre hay excepciones, tales como el rey Josías, que ascendió al trono en 639 a.C. y gobernó hasta el año 608 a.C.
¿Cuál es el contexto en el que el nuevo rey llegó al trono? (Ver 2 Crón. 33.25.)
Aunque se supone que la democracia es el gobierno del pueblo, generalmente no se concebía que funcionara como en este caso. No obstante, la gente hizo conocer su voluntad, y se actuó de acuerdo con ella. El joven rey llegó al trono en una época de mucha agitación, apostasía y violencia, aun en los más altos niveles del gobierno. Viendo lo que sucedía, muchos fieles en la tierra se habían preguntado si las promesas de Dios al antiguo Israel se cumplirían. “Desde un punto de vista humano, parecía casi imposible que se alcanzara el propósito divino para la nación elegida” (PR 283).
La ansiedad de esos fieles se expresó en las palabras del profeta Habacuc. Lee Habacuc 1:2 al 4. ¿Qué estaba diciendo el profeta?
Lamentablemente, la respuesta al problema de la iniquidad, la violencia, las luchas y la ilegalidad vendría desde el norte, de los babilonios, a quienes Dios usaría para castigar a su pueblo descarriado. Como ya hemos visto, no tenían por qué sufrir de esa manera; sin embargo, por cuanto rehusaron arrepentirse, afrontaron el castigo que sus pecados habían traído sobre ellos.
¿Cuán a menudo “el propósito divino”, desde el punto de vista humano, parece imposible de cumplirse? ¿Qué nos dice esto acerca de cómo necesitamos por fe extendernos más allá de lo que vemos o comprendemos plenamente?
Martes 17 de noviembre:
Josías en el trono
“Cuando Josías comenzó a reinar era de ocho años, y reinó en Jerusalén treinta y un años. El nombre de su madre fue Jedida hija de Adaía, de Boscat. E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda” (2 Rey. 22:1, 2). Considerando el contexto de su llegada al trono, ¿qué vemos de notable en estos textos?
La Biblia no nos da ninguna explicación acerca de este joven notable; considerando las circunstancias, habría sido lógico que fuera tan corrupto y malvado como su padre, pero ese no fue el caso. Por la razón que fuera, eligió un camino diferente, y eso tuvo sobre la nación un impacto positivo aunque, en última instancia, limitado.
En 2 Reyes 22 se menciona lo que Josías hizo con respecto al templo. Desde la dedicación del templo hecha por Salomón, habían pasado largos siglos hasta las reformas de Josías (622 a.C.). Los reyes realmente no habían cuidado del templo. El tiempo había averiado el edificio que una vez había sido hermoso. El joven rey vio que el tiempo ya no era adecuado para la adoración debido a los largos años de abandono.
¿Qué hizo Josías cuando descubrió que el templo estaba tan arruinado? 2 Rey. 22:3-7.
Hoy diríamos que el rey envió a su ministro de finanzas al sumo sacerdote para pedirle que hiciera planes y supervisara la obtención de los materiales y la mano de obra requeridos para renovar el templo. No tuvieron que dar cuenta del dinero que se les había confiado porque estaban actuando con fidelidad. Josías les mostró confianza y, por lo que leemos en el registro, esa confianza fue honrada.
Remodelar el templo estaba bien pero, al final, ¿qué es realmente vital para un verdadero reavivamiento y reforma? (Ver Fil. 2:3-8.)
Miércoles 18 de noviembre:
El libro de la ley
La renovación del santuario, por mucho tiempo el centro de la adoración israelita, era importante, pero la renovación del edificio no era todo lo necesario. Aunque destinada a ayudar a los adoradores a sentir algo del poder y la grandeza de Dios, cualquier estructura, por más hermosa y compleja que sea, en sí misma no es suficiente para evocar piedad entre la gente. La historia está repleta con tristes relatos de personas que en un momento están “adorando” en una hermosa iglesia y, al momento siguiente, están cometiendo atrocidades, quizá incluso instigadas por lo que aprendieron dentro de la hermosa estructura.
¿Qué sucedió durante la renovación del templo? ¿Cuál es la importancia de la reacción de Josías frente esos eventos? 2 Rey. 22:8-11.
Encontraron parte del Libro de la Ley, de Moisés; la Biblia no nos dice qué parte o si fue el libro completo. Probablemente lo encontraron enterrado en alguna parte de las paredes del templo.
Lee 2 Reyes 22:12 al 20. ¿Cuál fue el mensaje de Hulda al pueblo? ¿Qué nos deben decir esas palabras a nosotros?
Hulda trasmitió el mismo mensaje que Jeremías había profetizado varias veces. La gente que se había apartado de Dios había cavado su propia tumba mediante sus hechos, y cosecharían las consecuencias.
“Por intermedio de Hulda, el Señor avisó a Josías de que la ruina de Jerusalén no se podía evitar. Aun cuando el pueblo se humillase delante de Dios, no escaparía a su castigo. Sus sentidos habían estado amortiguados durante tanto tiempo por el mal hacer que, si el juicio no caía sobre ellos, no tardarían en volver a la misma conducta pecaminosa. Declaró la profetisa: ‘Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Decid al varón que os envió a mí: Así dijo Jehová: He aquí yo traigo mal sobre este lugar, y sobre los que en él moran, a saber, todas las palabras del libro que ha leído el rey de Judá. Por cuando me dejaron a mí, y quemaron perfumes a dioses ajenos, provocándome a ira en toda obra de sus manos; y mi furor se ha encendido contra este lugar, y no se apagará’ (vers. 15-17)” (PR 294).
Jueves 19 de noviembre:
Las reformas de Josías
A pesar de la advertencia de la ruina venidera, Josías estaba aún decidido a hacer “lo recto ante los ojos de Jehová”. Tal vez no podía evitarse el desastre, “pero al anunciar los castigos retributivos del Cielo, el Señor no retiraba la oportunidad de arrepentirse y reformarse; y Josías, discerniendo en esto que Dios tenía buena voluntad para atemperar sus juicios con misericordia, resolvió hacer cuanto estuviese en su poder para realizar reformas decididas” (PR294, 295).
Lee 2 Reyes 23:1 al 28. ¿Cuál era la esencia de la reforma que el fiel rey procuró producir en su corrompida nación? ¿Qué nos dicen estos actos acerca de cuán malas habían llegado a ser las cosas en la nación escogida?
Josías reunió a todo el pueblo en Jerusalén a fin de renovar su pacto con Dios. Leyó el recientemente hallado Libro de la Ley, y entonces hizo el voto de seguir al Dios de Israel.
El rey no ejecutó esta obra por sí solo, sino pidió a los que tenían responsabilidades espirituales que hicieran lo que fuera necesario. Por ejemplo: a través de los siglos, diversos objetos –estatuas y símbolos que popularizaron la adoración extranjera en Israel− se habían reunido en el templo. Algunas veces habían sido parte de las condiciones de paz, impuestas a la nación; a veces los reyes las habían exhibido a fin de demostrar su pacificación, una señal de rendición. Cualesquiera fueran las razones, no correspondía que estuviesen allí, y Josías ordenó que se retiraran y destruyeran.
Además, la celebración de la Pascua durante la reforma de Josías no ocurrió solo dentro de los hogares, como había sido anteriormente, sino que toda la nación la celebró unida. Su mensaje simbólico era que habían dejado atrás una era antigua, y ahora había llegado un tiempo nuevo en el que se comprometían a servir al verdadero Dios, que los había sacado de Egipto, que los había provisto de un hogar como había prometido y que estaban con ellos en sus vidas diarias.
La importancia de celebrar una Pascua nacional era comenzar algo nuevo porque todas las cosas viejas habían terminado (al menos idealmente). ¿Qué significa el simbolismo de la Pascua para nosotros ahora, como adventistas del séptimo día? (Ver 1 Cor. 5:7).
Viernes 20 de noviembre
Para Estudiar y Meditar:
La profundidad de la corrupción que había en Israel puede verse en la clase de reformas que inició Josías. Sin embargo, ¿cómo fue la nación había caído tan lejos? En un sentido la respuesta es sencilla: cayeron tan bajo por causa de su humanidad. Cuánto se ha degradado la humanidad se reveló en un famoso experimento realizado en la Universidad Yale en la década de 1960.
Los participantes fueron incorporados mediante anuncios en los diarios; se les dijo que debían administrar choques eléctricos a personas atadas a sillas en otra habitación. Los interruptores que controlaban los choques estaban marcados desde “Choque ligero” hasta “Peligro: choque severo”, incluyendo dos más, marcados con “XXX” siniestras. Se les dijo que administraran los choques de acuerdo con órdenes que les darían los científicos que conducían el experimento. Al hacerlo, oirían los gritos y pedidos de misericordia desde la otra habitación. En realidad, la gente en la otra habitación sencillamente actuaba: no recibían choques. El tema del estudio era ver hasta qué punto estos participantes normales iban a infligir “dolor” a personas que no conocían solo porque se les ordenaba hacerlo. Los resultados fueron aterradores. Aunque muchos mostraron ansiedad, perturbación, y hasta enojo, esto no detuvo a un asombroso 65 por ciento de ellos que aplicaron los “choques” más severos, creyendo que realmente estaban hiriendo a la otra persona. El director del experimento escribió que “la gente ordinaria, sencillamente, hacía su tarea y, sin ninguna hostilidad especial de su parte, pueden llegar a ser agentes en un terrible proceso destructivo”. ¿Cuántas personas “comunes” han hecho cosas terribles a través de la historia, o aún hoy? Demasiadas, ciertamente. ¿Por qué? Los cristianos conocen la respuesta. Somos pecadores, así de sencillo y claro.
Preguntas para Dialogar:
- ¿Qué nos dice la reforma de Josías acerca de la importancia de la Palabra de Dios en nuestras vidas?
- Se podría plantear ahora una pregunta válida: Si fuera demasiado tarde para evitar una catástrofe próxima, ¿por qué llamar al arrepentimiento, al reavivamiento y a la reforma?, ¿cuál sería el propósito? ¿Qué respuesta darías? ¿De qué manera la razón podría encontrarse en el modo en que ese reavivamiento impactaría en cada persona individualmente, más allá de la nación como un todo?
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