Jueves 8 de octubre 2015 | Devoción Matutina para Adultos 2015 | “Vuelva usted en septiembre”
“Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús, porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:7, 8).
Tenía 18 años cuando me preparaba para ingresar en el seminario adventista de Madrid, pero antes debía examinarme de Primero de Bachillerato, una de cuyas asignaturas era Religión Católica. El profesor, un canónigo de la basílica-catedral de Zaragoza, me pidió que le explicase la doctrina de la gracia. El examen era oral, de modo que no me fue difícil hacerle una exposición de mis convicciones personales sobre la gracia de Dios, que trae salvación al mundo a través de Jesucristo y por medio de la fe. El profesor no me dejó concluir y, sin ocultar su malestar, me dijo: “¡Eso no se lo ha enseñado ningún sacerdote! Vuelva usted en septiembre, ¡aunque conmigo no aprobará jamás esta asignatura!”
Tuve una segunda oportunidad, pude presentarme a los exámenes extraordinarios de septiembre y aprobé, pero, tristemente, el profesor no tuvo otra oportunidad de suspenderme: el mismo día del examen, murió de un ataque al corazón mientras hablaba por teléfono. La gracia es un don de Dios que, si se rechaza deliberadamente, puede no volver jamás.
Siete años más tarde, me encontraba ante otro jurado examinador. Esta vez en nuestra Facultad de Teología Adventista de Collonges (Francia). Acababa de presentar un estudio sobre la Ley y la gracia y, al final de la exposición, el presidente de la Unión Franco-Belga, Francis Lavanchy, un veterano pastor que presidía el jurado, me dijo: “Muy bien, hijo, este tema deberá ser el leitmotiv de tu predicación y de tu enseñanza como pastor adventista”.
Todos tenemos alguna experiencia personal relevante con la gracia de Dios. Posiblemente, nos llenamos de emoción cuando descubrimos el mensaje evangélico y nos encontramos por primera vez con la gracia de Dios, o cuando caímos en las profundidades de la tentación y el pecado e invocamos el perdón del cielo, o cuando en medio del dolor y del sufrimiento pedimos a Dios su ayuda y, como a Pablo, el Señor nos respondió: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Cor. 12:9).
¿Qué hubiera sido de nosotros sin la gracia de Dios? Pero hay un Dios en los cielos… que, desde antes de la fundación del mundo, hizo provisión de abundante gracia para todos sus hijos, de modo que “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Rom. 5:20).
Tuve una segunda oportunidad, pude presentarme a los exámenes extraordinarios de septiembre y aprobé, pero, tristemente, el profesor no tuvo otra oportunidad de suspenderme: el mismo día del examen, murió de un ataque al corazón mientras hablaba por teléfono. La gracia es un don de Dios que, si se rechaza deliberadamente, puede no volver jamás.
Siete años más tarde, me encontraba ante otro jurado examinador. Esta vez en nuestra Facultad de Teología Adventista de Collonges (Francia). Acababa de presentar un estudio sobre la Ley y la gracia y, al final de la exposición, el presidente de la Unión Franco-Belga, Francis Lavanchy, un veterano pastor que presidía el jurado, me dijo: “Muy bien, hijo, este tema deberá ser el leitmotiv de tu predicación y de tu enseñanza como pastor adventista”.
Todos tenemos alguna experiencia personal relevante con la gracia de Dios. Posiblemente, nos llenamos de emoción cuando descubrimos el mensaje evangélico y nos encontramos por primera vez con la gracia de Dios, o cuando caímos en las profundidades de la tentación y el pecado e invocamos el perdón del cielo, o cuando en medio del dolor y del sufrimiento pedimos a Dios su ayuda y, como a Pablo, el Señor nos respondió: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Cor. 12:9).
¿Qué hubiera sido de nosotros sin la gracia de Dios? Pero hay un Dios en los cielos… que, desde antes de la fundación del mundo, hizo provisión de abundante gracia para todos sus hijos, de modo que “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Rom. 5:20).
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
Lecturas devocionales para Adultos 2015
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