Miércoles 16 de septiembre 2015 | Devoción Matutina para Adultos 2015 | Nuestro Sumo Sacerdote
“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y Sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús” (Hebreos 3:1).
Una de las formas más eficaces para entender el plan de salvación del cielo es a través de la doctrina del santuario. De ahí que Elena de White haga la siguiente declaración: “La correcta comprensión del ministerio del santuario celestial es el fundamento de nuestra fe” (Consejos para la iglesia, p. 632).
El santuario del desierto era un verdadero esquema pedagógico para entender verdades eternas de la Palabra de Dios. “El Santuario terrenal fue construido por Moisés conforme al modelo que se le mostró en el monte. “Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios”. Los dos lugares santos eran “figuras de las cosas celestiales”. Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, es el “ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre”. […] Cuando en visión se le mostró al apóstol Juan el templo de Dios que está en el cielo, vio allí que “delante del trono ardían siete lámparas de fuego” (ibíd.).
De acuerdo con la doctrina del Santuario, los seres humanos tenemos un Sumo Sacerdote que intercede por nosotros ante el Padre celestial. No necesitamos ningún otro tipo de mediación. Sin embargo, los seres humanos han insistido en fabricar toda una diversidad de “intercesores” que supuestamente los reconcilian con Dios. Sin embargo, esto no es necesario. Mejor sería tratar de entender el ministerio intercesor de Jesús hacia su pueblo: “Todos necesitan conocer por sí mismos el ministerio y la obra de su gran Sumo Sacerdote. De otro modo, les será imposible ejercitar la fe tan esencial en nuestros tiempos, o desempeñar el puesto al que Dios los llama. Cada cual tiene un alma que salvar o perder. Todos tienen una causa pendiente ante el tribunal de Dios. Cada cual debería encontrarse cara a cara con el gran Juez. ¡Cuán importante es, pues, que cada uno contemple a menudo de antemano la solemne escena del juicio en sesión, cuando serán abiertos los libros, cuando con Daniel, cada cual tendrá que estar en pie al fin de los días!” (Eventos de los últimos días, p. 165).
Este día, te invito a buscar a Jesús a solas. Confiésale a él tus pecados en vez de contárselos a un ser humano. Solo él te puede otorgar el perdón divino y concederte la paz que tanto necesita tu corazón. Así sabrás que hay un Dios en los cielos.
El santuario del desierto era un verdadero esquema pedagógico para entender verdades eternas de la Palabra de Dios. “El Santuario terrenal fue construido por Moisés conforme al modelo que se le mostró en el monte. “Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios”. Los dos lugares santos eran “figuras de las cosas celestiales”. Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, es el “ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre”. […] Cuando en visión se le mostró al apóstol Juan el templo de Dios que está en el cielo, vio allí que “delante del trono ardían siete lámparas de fuego” (ibíd.).
De acuerdo con la doctrina del Santuario, los seres humanos tenemos un Sumo Sacerdote que intercede por nosotros ante el Padre celestial. No necesitamos ningún otro tipo de mediación. Sin embargo, los seres humanos han insistido en fabricar toda una diversidad de “intercesores” que supuestamente los reconcilian con Dios. Sin embargo, esto no es necesario. Mejor sería tratar de entender el ministerio intercesor de Jesús hacia su pueblo: “Todos necesitan conocer por sí mismos el ministerio y la obra de su gran Sumo Sacerdote. De otro modo, les será imposible ejercitar la fe tan esencial en nuestros tiempos, o desempeñar el puesto al que Dios los llama. Cada cual tiene un alma que salvar o perder. Todos tienen una causa pendiente ante el tribunal de Dios. Cada cual debería encontrarse cara a cara con el gran Juez. ¡Cuán importante es, pues, que cada uno contemple a menudo de antemano la solemne escena del juicio en sesión, cuando serán abiertos los libros, cuando con Daniel, cada cual tendrá que estar en pie al fin de los días!” (Eventos de los últimos días, p. 165).
Este día, te invito a buscar a Jesús a solas. Confiésale a él tus pecados en vez de contárselos a un ser humano. Solo él te puede otorgar el perdón divino y concederte la paz que tanto necesita tu corazón. Así sabrás que hay un Dios en los cielos.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
Lecturas devocionales para Adultos 2015
Pero hay un DIOS en los cielos…
Por: Carlos Puyol Buil
Lecturas devocionales para Adultos 2015
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