Domingo 20 de septiembre 2015 | Devoción Matutina para Mujeres 2015 | Sapere aude
El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Proverbios 9:10
Hace unos meses me pidieron que buscara un eslogan comercial llamativo para la campaña de promoción de la Universidad de Puerto Rico, en la que trabajo. Luego de varias horas de “lluvia de ideas” junto con mi hermana, surgió la idea de utilizar la frase kantiana: “Atrévete a saber”. Immanuel Kant, filósofo alemán del siglo xviii, representante de la filosofía moderna, utilizó la expresión sapere aude [atrévete a saber], que sintetiza el espíritu de la ilustración, cuando unos pocos tenían acceso al conocimiento.
Sabemos que en nuestra época se aprecia y valora la sabiduría. Ella está asociada con toda forma de conocimiento, ya sea puramente intelectual o práctica. En filosofía, sabiduría es sinónimo de prudencia y, tanto hoy como en la antigüedad, constituye un ideal elevado al que desea aspirar todo ser humano.
Tener mucho conocimiento teórico acompañado de un ideal práctico nos hace expertas en distintas disciplinas, tanto en el trabajo como en otras áreas de nuestra vida. Pero, más que un cúmulo de conocimiento secular, lo realmente importante es la sabiduría que proviene de nuestro Dios. La sabiduría celestial se obtiene mediante la oración, la comunión con Dios y el estudio constante de su Palabra. El temor a Jehová es el principio de la sabiduría. Dios nos ha dotado de distintas capacidades para dedicarlas a alcanzar el más alto grado de excelencia posible. Toda facultad y todo atributo con que el Creador nos ha dotado debe emplearse para su gloria y para el ennoblecimiento de nuestros semejantes (ver Reflejemos a Jesús, p. 150).
Pidamos sabiduría para tratar con la familia, el esposo, los hijos, los colegas, los vecinos y los desconocidos. Esta sabiduría no está registrada en los diplomas que cuelgan en las paredes de nuestra casa u oficina. Está colgada en nuestras acciones y relaciones.
Mujeres, hermanas, que sea esta nuestra oración: “Señor, llénanos del conocimiento de tu voluntad, en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Amén”.— Brenda Laboy González.
Sabemos que en nuestra época se aprecia y valora la sabiduría. Ella está asociada con toda forma de conocimiento, ya sea puramente intelectual o práctica. En filosofía, sabiduría es sinónimo de prudencia y, tanto hoy como en la antigüedad, constituye un ideal elevado al que desea aspirar todo ser humano.
Tener mucho conocimiento teórico acompañado de un ideal práctico nos hace expertas en distintas disciplinas, tanto en el trabajo como en otras áreas de nuestra vida. Pero, más que un cúmulo de conocimiento secular, lo realmente importante es la sabiduría que proviene de nuestro Dios. La sabiduría celestial se obtiene mediante la oración, la comunión con Dios y el estudio constante de su Palabra. El temor a Jehová es el principio de la sabiduría. Dios nos ha dotado de distintas capacidades para dedicarlas a alcanzar el más alto grado de excelencia posible. Toda facultad y todo atributo con que el Creador nos ha dotado debe emplearse para su gloria y para el ennoblecimiento de nuestros semejantes (ver Reflejemos a Jesús, p. 150).
Pidamos sabiduría para tratar con la familia, el esposo, los hijos, los colegas, los vecinos y los desconocidos. Esta sabiduría no está registrada en los diplomas que cuelgan en las paredes de nuestra casa u oficina. Está colgada en nuestras acciones y relaciones.
Mujeres, hermanas, que sea esta nuestra oración: “Señor, llénanos del conocimiento de tu voluntad, en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Amén”.— Brenda Laboy González.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015
Jardines DEL ALMA
Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
Lecturas Devocionales para Damas 2015
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